Hola
amigo. ¿Cómo estas?. Deseo de todo corazón que te encuentres bien. Si
recibes este mensaje, espero que me perdones si rompe tu paz de espÃritu
ó si te incomodan los recuerdos que mis palabras te puedan traer. Por
la amistad que pienso un dÃa tuvimos, es por lo que no podÃa
desaprovechar la oportunidad que me han dado para poder despedirme de
ti.
Han pasado ya muchas lunas desde que te vi por última vez. Desde entonces han ocurrido muchas cosas. Durante todo este tiempo, he podido repasar muchas vivencias que pasamos juntos. Aún recuerdo la primera vez que nos vimos. Tú eras un macho humano, joven, alegre y lleno de vitalidad y yo un cachorro de unas pocas lunas. Recuerdo que me cogiste entre tus brazos y mientras yo lamÃa tu cara llena de alegrÃa y emoción, tu me acariciabas la cabeza. Al principio me costó aprender tu lenguaje y tu también tuviste problemas para comprender el mÃo, pero poco a poco nos fuimos entendiendo. A pesar de los primeros destrozos, nunca te enfadaste y siempre tenias una caricia para ofrecerme.
Pacientemente aprendà a sentarme y a tumbarme cuando tu me lo ordenabas, ó mientras te esperaba en la calle cuando entrabas en algún sitio a buscar cosas. Corrimos muchas veces los dos juntos por el campo. DormÃa contigo y yo era el que trataba de animarte cuando estabas triste ó cansado.
Con el tiempo vinieron algunas hembras de tu especie a casa. A unas les gustaba y me sacabais los dos de paseo. A otras no les gustaba tanto y durante algunas lunas parecÃas olvidarte de mÃ, pero eso no me importaba porque te veÃa feliz y eso me hacia feliz a mÃ.
Un dÃa llegó una hembra que ya no se marchó nunca mas. Yo te habÃa confiado mi vida y todo mi futuro dependÃa de ti y ahora también de tu compañera. No le gustaban mucho los de mi especie, pero aún asà intenté con todas mis fuerzas agradarle y obedecerle en todo momento, al igual que hacia contigo.
Poco a poco me fuiste apartando. Pasabas menos tiempo en casa y más en ese sitio que tu llamabas trabajo. Tu compañera tampoco tenia mucho tiempo para dedicarme porque también estaba siempre ocupada. Tan solo alguna salida rápida para que hiciera mis necesidades y una carrerita yo solo. Ya no tenÃais ganas de jugar conmigo. Asà pasaron muchas salidas y puestas de sol. Cuando te veÃa triste ó abatido me acercaba a ti para intentar consolarte, pero tu me apartabas con un pequeño empujón y me decÃas "Ahora no chico. Estoy cansado". Yo me separaba obediente y me acostaba en mi rincón pensando que podÃa hacer para que estuvieras mas contento. Me dolÃa el alma al verte tan triste.
Después llegó tu primer cachorro. Otro miembro mas en la familia al que yo me propuse proteger y cuidar como si fuera mi cachorro. Desde el primer dÃa quise estar pendiente de él para que no le pasara nada, pero a tu compañera parecÃa no gustarle mucho que estuviera tan cerca. Tenia miedo que le hiciera daño. Se ve que no me conocÃa ni siquiera un poquito.
Yo, que hubiera dado mi vida por defender la de tu pequeño cachorro o la de tu compañera y por supuesto la tuya, fui poco a poco arrinconado en un cuarto donde pasaba la mayor parte del dÃa, solo, sin poder disfrutar de vuestra compañÃa que era lo único que deseaba. Tu, que para mà eras mi guÃa y mi Dios, no hacÃas nada para que la cosa cambiara. Me ignorabas. Ya no era tu "mejor amigo". Ahora parecÃa que sólo era un estorbo para ti. Desde mi cuarto, a veces, podÃa oÃr como discutÃas por mi culpa con tu compañera. OÃa palabras que no comprendÃa muy bien lo que significaban. "¿ ...... hacer con él?" .... No podemos ......" ".... no puedo, está conmigo desde que era pequeñito...".
Un dÃa, cuando el sol estaba durante muchas horas en el cielo, pusiste un montón de cosas en tu maquina de viajar, hiciste subir a tu compañera y a tu cachorro que ya sabia andar solo y también sabia hablar, y a mà me montaste en la parte de atrás, en medio de todos los cacharros. ParecÃa que nos Ãbamos de viaje todos juntos. ¡¡Que bien!! ¡¡ Otra vez volvÃais a contar conmigo!!. ¡¡Por fin toda la familia saliendo a pasear toda junta!!.
Después de algunas horas de viaje, paraste en un sitio para dar de beber a tu maquina de viajar. Tu compañera y tu cachorro entraron en el edificio lleno de gente. Tu me abriste la puerta trasera para que pudiera salir a correr un poquito y asà estirar mis patas, como habÃamos hecho siempre que salÃamos en un viaje largo.
Me llevaste a la parte de atrás del edificio, donde habÃa un pequeño campo. Me sacaste la correa y me animaste para que echara unas carreras y hacer un pis. ¡Era estupendo!. ¡Otra vez volvÃas a preocuparte de mÃ! Al rato, después de desfogarme un poco, levanté la cabeza esperando encontrarte en el lugar donde te habÃas quedado parado cuando me soltaste, pero no estabas. Salà corriendo en dirección donde se habÃa quedado bebiendo tu maquina de viajar. Era extraño, porque tu siempre me llamabas cuando querÃas marcharte y yo acudÃa veloz a tu llamada. Pero esta vez no me habÃas llamado. Seguramente porque ya confiabas mucho en mi y sabias que en cuanto no te viese, saldrÃa a buscarte.
Iba corriendo y pensando en lo que estaba pasando, cuando al dar la vuelta a la esquina del edificio pude ver como se alejaba tu maquina de viajar. Empecé a llamarte al mismo tiempo que apuraba mi carrera. "¡ Eh, amigo, que te olvidas de mÃ!" gritaba una y otra vez mientras que seguÃa corriendo con mas fuerza. A través del cristal trasero de tu maquina pude ver como tu cachorro me hacia señales con la mano a la vez que de sus ojos salÃa ese liquido que vosotros llamabais lagrimas y que le ocurrÃa siempre que hacia una cosa que vosotros llamáis llorar. No entendÃa nada. ¿Porque estaba llorando tu cachorro, porqué te habÃas olvidado de llamarme como hacÃas siempre? ¿ Porqué.....? ¿porqué......?.
Seguà gritando y corriendo un rato mas con la esperanza de que te dieras cuenta de que faltaba yo, pero pasaban muchas maquinas de viajar como la tuya a toda velocidad y tuve miedo de que me hicieran daño, asà que pensé que lo mejor era regresar al sitio donde nos habÃamos parado y esperar allà a que volvieras a recogerme. Me situé un poco apartado, debajo de un árbol para protegerme del sol que calentaba mucho. Desde allà podÃa ver perfectamente como llegaron un montón mas de maquinas, todas cargadas de maletas y con muchos humanos. Llego la noche y tu no aparecÃas. Yo estaba un poco nervioso porque allà no conocÃa a nadie.
Asà pasaron varias noches más. Yo no podÃa explicarme como podÃas tardar tanto en volver. Seria que no sabias regresar a buscarme por que no tenias ese papel que llamáis mapa y que tu siempre mirabas cuando salÃamos de casa para ir al campo.
Mientras seguÃa esperando por ti, los señores que atendÃan a los que paraban allÃ, me dieron agua para beber e intentaron sobornarme con comida, pero yo me alejaba de ellos. No tenia hambre y además no querÃa que me cogieran y me apartaran de aquel lugar. ¡Y si regresabas y yo no estaba allÃ! ¡que ibas a pensar de mi!.
TenÃa que esperar el tiempo que hiciese falta. Todas las noches le pedÃa a gritos al Gran EspÃritu del Norte que guiara tus pasos de regreso en mi búsqueda. Pasaron otras cuantas noches más y un amanecer cuando aún estaba medio dormido unos señores con un lazo me sorprendieron y me apresaron. Me introdujeron en una maquina de viajar mas grande que la tuya y me llevaron a un sitio apartado. Al entrar pude ver un cartel que ponÃa algo asà como "perrera municipal".
Aquel sitio estaba abarrotado de otros como yo. Me llevaron a una habitación donde estaban esperando un macho y una hembra jóvenes de tu especie, vestidos con unas batas verdes. Me miraron, escucharon mi respiración y mi corazón con un aparato y me tocaron por todas partes. ""Está un poco asustado y flaco" dijo la hembra. "no es de extrañar si lleva casi dos semanas sin comer, abandonado a su suerte en la gasolinera" dijo después el macho. "Parece un animal fuerte, seguro que en unos pocos dÃas estará recuperado" añadió.
¡Abandonado!. Que significaba aquella palabra. Nunca la habÃa escuchado anteriormente. A los pocos dÃas, la perrita con la que compartÃa la habitación en la que nos habÃan encerrado, me lo explicó. Todos los que estaban allà les habÃa pasado lo mismo. Sus amos los habÃan abandonado. "¡pero eso no puede ser!" , les repetÃa yo una y otra vez, "el humano con el que yo vivÃa era mi amigo y nunca me harÃa eso" les decÃa yo. "lo que pasa es que está un poco cansado del trabajo y se olvido de mi en aquel sitio y ahora seguro que está tratando de encontrarme para llevarme con él" les repetÃa yo un dÃa tras otro, tratando de convencerme a mi mismo de que eso era lo que de verdad habÃa pasado. No querÃa creer otra cosa.
SeguÃa sin comer mucho. La pena por estar encerrado en aquel lugar me hacÃa perder el apetito. Mis compañeros de encierro me decÃan que tenia que reponerme, que si no comÃa no tendrÃa buen aspecto y nadie me querrÃa adoptar. "¡es que yo no quiero que nadie me adopte. Yo ya tengo una familia y no quiero otra!" les respondÃa. Pasaron muchas más noches. Alguna vez, venÃan alguna familia y se llevaban a alguno de mis compañeros. Yo seguÃa esperando ilusionado a que un dÃa aparecieras tú con tu compañera y tu cachorro a buscarme.
Un dÃa que estábamos como siempre varios en el patio, se acercó a mi un tipo que ya llevaba varios dÃas provocándome. Era un macho más joven y fuerte que yo y le gustaba presumir de su fuerza delante de las hembras.. Siempre se metÃa conmigo diciéndome que tu nunca vendrÃas a buscarme, que eras igual que todos los otros humanos que habÃan abandonado a sus mejores amigos en aquel terrible lugar porque les estorbaban. Yo no podÃa consentir que aquel individuo ignorante y provocador pusiera en duda tu buen corazón. Después de un rato en el que me estuvo machacando con su voz histérica, no pude aguantar más y me abalancé sobre él. Lo cierto es que yo no estaba en mi mejor forma fÃsica pero intenté defender tu honor con todas mis fuerzas, pero aquel joven macho estaba más fuerte y me dio una buena paliza. A continuación todo pasó muy deprisa.
Salieron los humanos que nos cuidaban, me cogieron en brazos y me tumbaron encima de una mesa de metal frió que tenÃan dentro de la casa. Yo casi no podÃa moverme. No tenia fuerzas .Tenia mordiscos por casi todas partes que sangraban bastante, pero no sentÃa dolor. Estaba muy cansado.
SeguÃa esperándote pero las horas se me acababan.
Los dos humanos parecÃan nerviosos. No paraban de hablar y de abrir y cerrar cajones, cogiendo todo tipo de cosas.
Se acercaron a la mesa donde estaba tumbado y comenzaron a limpiarme las heridas. Sus caras tenÃan una expresión extraña. SeguÃan discutiendo. "no podemos hacer nada por él" decÃa el macho. " si que podemos. Tenemos que intentarlo" decÃa la hembra. "no vale la pena" volvÃa a repetir el macho. " no creo que pueda recuperarse de estas heridas. Y aunque lo haga, se acabará muriendo de tristeza" continuó diciendo. "desde que llegó, prácticamente no ha comido, se pasa el dÃa tumbado en la esquina de la entrada como si estuviera esperando por alguien, que tu y yo sabemos que no vendrá". "Sabes que estamos desbordados, no podemos atenderlo como realmente se merece, asà que no vale la pena seguir haciéndolo sufrir. Lo mejor para él es “dormirlo" acabó diciendo mientras que la hembra me miraba con cara de tristeza y parecÃa asentir con la cabeza.
Al cabo de un momento, la hembra se acercó y empezó a hablarme con una gran ternura mientras me inyectaba un liquido frió en una de mis patas. "tranquilo, no te dolerá" me decÃa en voz bajita. Al poco tiempo empecé a sentir como me invadÃa un gran sueño. Ella seguÃa a mi lado, con su cabeza pegada a la mÃa. "Lo siento chico" fue lo ultimo que me dijo, al tiempo que unas enormes gotas de agua le salÃan de sus lindos ojos. "¡Lo siento!" habÃa dicho. Hacia tiempo que no escuchaba aquella frase. Alguna vez , tu también me lo habÃas dicho. No sé muy bien porque me lo decÃa, pero sonaba bien, asà que haciendo un pequeño esfuerzo, movà ligeramente la cola en señal de agradecimiento.
Mi corazón empezó a latir con menos fuerza, los ojos se me cerraban y la boca se me secaba. Sospechaba que la cara mojada de aquella joven hembra que tan amablemente me estaba tratando era lo ultimo que verÃa, asà que con el ultimo aliento que me quedaba, pasé mi lengua por su cara tratando de secarle las lagrimas. Era mi forma de darle las gracias. Ya que no pude despedirme de ti, al menos lo harÃa de ella, aunque hubiera preferido que fueras tú el que me acompañaras en aquel trascendental momento. Cerré los ojos y sentà como una profunda sensación de bienestar invadÃa todo mi cuerpo.
Hace dos dÃas que llegué a este lugar. Ayer, el Consejo de los EspÃritus de las Razas con el Gran EspÃritu del Norte al frente, me felicitó por haber sido un modelo a seguir por todos los otros miembros de mi especie. HabÃa cumplido a la perfección con todos mis deberes y obligaciones durante mi vida con los humanos. Por ello, me concedieron la posibilidad de pedir un ultimo deseo. PodÃa pedir casi cualquier cosa. Una compañera, la mejor de las comidas, una morada en las montañas ó en la playa..... Yo les pedà que me dejaran regresar a tu lado, pero me dijeron que eso ya no era posible. Entonces les pedÃ, que hicieran todo lo posible para que recibieras este mensaje. Con el quiero despedirme. Espero que si lo recibes, reflexiones un poco sobre todo lo que te he contado. Sobre el valor de la amistad, la lealtad y el amor hacia los que dependen de ti.
Espero que la luz vuelva a entrar en tu corazón, te despierte la conciencia y tengas la posibilidad de rectificar tus errores y evitar que otros los cometan también.
Lo que hiciste conmigo no es el mejor ejemplo para educar a tu cachorro. Tal vez un dÃa, cuando tu seas viejecito, también te conviertas en un estorbo para él y entonces un dÃa decida dejarte abandonado en una gasolinera. Sin embargo, sabes que nosotros nunca lo harÃamos.
También quiero que sepas que a pesar de todo no te guardo odio ni rencor. Esos sentimientos no caben en nuestro corazón. Creo que sólo vosotros los humanos podéis sentirlos.
Te echaré mucho de menos. Espero que tu también te acuerdes algo de mÃ.
Hasta siempre querido "amo", amigo y compañero. Te quiero. Siempre estarás en mi corazón.
Tu fiel y leal amigo,
EL PERRO
Han pasado ya muchas lunas desde que te vi por última vez. Desde entonces han ocurrido muchas cosas. Durante todo este tiempo, he podido repasar muchas vivencias que pasamos juntos. Aún recuerdo la primera vez que nos vimos. Tú eras un macho humano, joven, alegre y lleno de vitalidad y yo un cachorro de unas pocas lunas. Recuerdo que me cogiste entre tus brazos y mientras yo lamÃa tu cara llena de alegrÃa y emoción, tu me acariciabas la cabeza. Al principio me costó aprender tu lenguaje y tu también tuviste problemas para comprender el mÃo, pero poco a poco nos fuimos entendiendo. A pesar de los primeros destrozos, nunca te enfadaste y siempre tenias una caricia para ofrecerme.
Pacientemente aprendà a sentarme y a tumbarme cuando tu me lo ordenabas, ó mientras te esperaba en la calle cuando entrabas en algún sitio a buscar cosas. Corrimos muchas veces los dos juntos por el campo. DormÃa contigo y yo era el que trataba de animarte cuando estabas triste ó cansado.
Con el tiempo vinieron algunas hembras de tu especie a casa. A unas les gustaba y me sacabais los dos de paseo. A otras no les gustaba tanto y durante algunas lunas parecÃas olvidarte de mÃ, pero eso no me importaba porque te veÃa feliz y eso me hacia feliz a mÃ.
Un dÃa llegó una hembra que ya no se marchó nunca mas. Yo te habÃa confiado mi vida y todo mi futuro dependÃa de ti y ahora también de tu compañera. No le gustaban mucho los de mi especie, pero aún asà intenté con todas mis fuerzas agradarle y obedecerle en todo momento, al igual que hacia contigo.
Poco a poco me fuiste apartando. Pasabas menos tiempo en casa y más en ese sitio que tu llamabas trabajo. Tu compañera tampoco tenia mucho tiempo para dedicarme porque también estaba siempre ocupada. Tan solo alguna salida rápida para que hiciera mis necesidades y una carrerita yo solo. Ya no tenÃais ganas de jugar conmigo. Asà pasaron muchas salidas y puestas de sol. Cuando te veÃa triste ó abatido me acercaba a ti para intentar consolarte, pero tu me apartabas con un pequeño empujón y me decÃas "Ahora no chico. Estoy cansado". Yo me separaba obediente y me acostaba en mi rincón pensando que podÃa hacer para que estuvieras mas contento. Me dolÃa el alma al verte tan triste.
Después llegó tu primer cachorro. Otro miembro mas en la familia al que yo me propuse proteger y cuidar como si fuera mi cachorro. Desde el primer dÃa quise estar pendiente de él para que no le pasara nada, pero a tu compañera parecÃa no gustarle mucho que estuviera tan cerca. Tenia miedo que le hiciera daño. Se ve que no me conocÃa ni siquiera un poquito.
Yo, que hubiera dado mi vida por defender la de tu pequeño cachorro o la de tu compañera y por supuesto la tuya, fui poco a poco arrinconado en un cuarto donde pasaba la mayor parte del dÃa, solo, sin poder disfrutar de vuestra compañÃa que era lo único que deseaba. Tu, que para mà eras mi guÃa y mi Dios, no hacÃas nada para que la cosa cambiara. Me ignorabas. Ya no era tu "mejor amigo". Ahora parecÃa que sólo era un estorbo para ti. Desde mi cuarto, a veces, podÃa oÃr como discutÃas por mi culpa con tu compañera. OÃa palabras que no comprendÃa muy bien lo que significaban. "¿ ...... hacer con él?" .... No podemos ......" ".... no puedo, está conmigo desde que era pequeñito...".
Un dÃa, cuando el sol estaba durante muchas horas en el cielo, pusiste un montón de cosas en tu maquina de viajar, hiciste subir a tu compañera y a tu cachorro que ya sabia andar solo y también sabia hablar, y a mà me montaste en la parte de atrás, en medio de todos los cacharros. ParecÃa que nos Ãbamos de viaje todos juntos. ¡¡Que bien!! ¡¡ Otra vez volvÃais a contar conmigo!!. ¡¡Por fin toda la familia saliendo a pasear toda junta!!.
Después de algunas horas de viaje, paraste en un sitio para dar de beber a tu maquina de viajar. Tu compañera y tu cachorro entraron en el edificio lleno de gente. Tu me abriste la puerta trasera para que pudiera salir a correr un poquito y asà estirar mis patas, como habÃamos hecho siempre que salÃamos en un viaje largo.
Me llevaste a la parte de atrás del edificio, donde habÃa un pequeño campo. Me sacaste la correa y me animaste para que echara unas carreras y hacer un pis. ¡Era estupendo!. ¡Otra vez volvÃas a preocuparte de mÃ! Al rato, después de desfogarme un poco, levanté la cabeza esperando encontrarte en el lugar donde te habÃas quedado parado cuando me soltaste, pero no estabas. Salà corriendo en dirección donde se habÃa quedado bebiendo tu maquina de viajar. Era extraño, porque tu siempre me llamabas cuando querÃas marcharte y yo acudÃa veloz a tu llamada. Pero esta vez no me habÃas llamado. Seguramente porque ya confiabas mucho en mi y sabias que en cuanto no te viese, saldrÃa a buscarte.
Iba corriendo y pensando en lo que estaba pasando, cuando al dar la vuelta a la esquina del edificio pude ver como se alejaba tu maquina de viajar. Empecé a llamarte al mismo tiempo que apuraba mi carrera. "¡ Eh, amigo, que te olvidas de mÃ!" gritaba una y otra vez mientras que seguÃa corriendo con mas fuerza. A través del cristal trasero de tu maquina pude ver como tu cachorro me hacia señales con la mano a la vez que de sus ojos salÃa ese liquido que vosotros llamabais lagrimas y que le ocurrÃa siempre que hacia una cosa que vosotros llamáis llorar. No entendÃa nada. ¿Porque estaba llorando tu cachorro, porqué te habÃas olvidado de llamarme como hacÃas siempre? ¿ Porqué.....? ¿porqué......?.
Seguà gritando y corriendo un rato mas con la esperanza de que te dieras cuenta de que faltaba yo, pero pasaban muchas maquinas de viajar como la tuya a toda velocidad y tuve miedo de que me hicieran daño, asà que pensé que lo mejor era regresar al sitio donde nos habÃamos parado y esperar allà a que volvieras a recogerme. Me situé un poco apartado, debajo de un árbol para protegerme del sol que calentaba mucho. Desde allà podÃa ver perfectamente como llegaron un montón mas de maquinas, todas cargadas de maletas y con muchos humanos. Llego la noche y tu no aparecÃas. Yo estaba un poco nervioso porque allà no conocÃa a nadie.
Asà pasaron varias noches más. Yo no podÃa explicarme como podÃas tardar tanto en volver. Seria que no sabias regresar a buscarme por que no tenias ese papel que llamáis mapa y que tu siempre mirabas cuando salÃamos de casa para ir al campo.
Mientras seguÃa esperando por ti, los señores que atendÃan a los que paraban allÃ, me dieron agua para beber e intentaron sobornarme con comida, pero yo me alejaba de ellos. No tenia hambre y además no querÃa que me cogieran y me apartaran de aquel lugar. ¡Y si regresabas y yo no estaba allÃ! ¡que ibas a pensar de mi!.
TenÃa que esperar el tiempo que hiciese falta. Todas las noches le pedÃa a gritos al Gran EspÃritu del Norte que guiara tus pasos de regreso en mi búsqueda. Pasaron otras cuantas noches más y un amanecer cuando aún estaba medio dormido unos señores con un lazo me sorprendieron y me apresaron. Me introdujeron en una maquina de viajar mas grande que la tuya y me llevaron a un sitio apartado. Al entrar pude ver un cartel que ponÃa algo asà como "perrera municipal".
Aquel sitio estaba abarrotado de otros como yo. Me llevaron a una habitación donde estaban esperando un macho y una hembra jóvenes de tu especie, vestidos con unas batas verdes. Me miraron, escucharon mi respiración y mi corazón con un aparato y me tocaron por todas partes. ""Está un poco asustado y flaco" dijo la hembra. "no es de extrañar si lleva casi dos semanas sin comer, abandonado a su suerte en la gasolinera" dijo después el macho. "Parece un animal fuerte, seguro que en unos pocos dÃas estará recuperado" añadió.
¡Abandonado!. Que significaba aquella palabra. Nunca la habÃa escuchado anteriormente. A los pocos dÃas, la perrita con la que compartÃa la habitación en la que nos habÃan encerrado, me lo explicó. Todos los que estaban allà les habÃa pasado lo mismo. Sus amos los habÃan abandonado. "¡pero eso no puede ser!" , les repetÃa yo una y otra vez, "el humano con el que yo vivÃa era mi amigo y nunca me harÃa eso" les decÃa yo. "lo que pasa es que está un poco cansado del trabajo y se olvido de mi en aquel sitio y ahora seguro que está tratando de encontrarme para llevarme con él" les repetÃa yo un dÃa tras otro, tratando de convencerme a mi mismo de que eso era lo que de verdad habÃa pasado. No querÃa creer otra cosa.
SeguÃa sin comer mucho. La pena por estar encerrado en aquel lugar me hacÃa perder el apetito. Mis compañeros de encierro me decÃan que tenia que reponerme, que si no comÃa no tendrÃa buen aspecto y nadie me querrÃa adoptar. "¡es que yo no quiero que nadie me adopte. Yo ya tengo una familia y no quiero otra!" les respondÃa. Pasaron muchas más noches. Alguna vez, venÃan alguna familia y se llevaban a alguno de mis compañeros. Yo seguÃa esperando ilusionado a que un dÃa aparecieras tú con tu compañera y tu cachorro a buscarme.
Un dÃa que estábamos como siempre varios en el patio, se acercó a mi un tipo que ya llevaba varios dÃas provocándome. Era un macho más joven y fuerte que yo y le gustaba presumir de su fuerza delante de las hembras.. Siempre se metÃa conmigo diciéndome que tu nunca vendrÃas a buscarme, que eras igual que todos los otros humanos que habÃan abandonado a sus mejores amigos en aquel terrible lugar porque les estorbaban. Yo no podÃa consentir que aquel individuo ignorante y provocador pusiera en duda tu buen corazón. Después de un rato en el que me estuvo machacando con su voz histérica, no pude aguantar más y me abalancé sobre él. Lo cierto es que yo no estaba en mi mejor forma fÃsica pero intenté defender tu honor con todas mis fuerzas, pero aquel joven macho estaba más fuerte y me dio una buena paliza. A continuación todo pasó muy deprisa.
Salieron los humanos que nos cuidaban, me cogieron en brazos y me tumbaron encima de una mesa de metal frió que tenÃan dentro de la casa. Yo casi no podÃa moverme. No tenia fuerzas .Tenia mordiscos por casi todas partes que sangraban bastante, pero no sentÃa dolor. Estaba muy cansado.
SeguÃa esperándote pero las horas se me acababan.
Los dos humanos parecÃan nerviosos. No paraban de hablar y de abrir y cerrar cajones, cogiendo todo tipo de cosas.
Se acercaron a la mesa donde estaba tumbado y comenzaron a limpiarme las heridas. Sus caras tenÃan una expresión extraña. SeguÃan discutiendo. "no podemos hacer nada por él" decÃa el macho. " si que podemos. Tenemos que intentarlo" decÃa la hembra. "no vale la pena" volvÃa a repetir el macho. " no creo que pueda recuperarse de estas heridas. Y aunque lo haga, se acabará muriendo de tristeza" continuó diciendo. "desde que llegó, prácticamente no ha comido, se pasa el dÃa tumbado en la esquina de la entrada como si estuviera esperando por alguien, que tu y yo sabemos que no vendrá". "Sabes que estamos desbordados, no podemos atenderlo como realmente se merece, asà que no vale la pena seguir haciéndolo sufrir. Lo mejor para él es “dormirlo" acabó diciendo mientras que la hembra me miraba con cara de tristeza y parecÃa asentir con la cabeza.
Al cabo de un momento, la hembra se acercó y empezó a hablarme con una gran ternura mientras me inyectaba un liquido frió en una de mis patas. "tranquilo, no te dolerá" me decÃa en voz bajita. Al poco tiempo empecé a sentir como me invadÃa un gran sueño. Ella seguÃa a mi lado, con su cabeza pegada a la mÃa. "Lo siento chico" fue lo ultimo que me dijo, al tiempo que unas enormes gotas de agua le salÃan de sus lindos ojos. "¡Lo siento!" habÃa dicho. Hacia tiempo que no escuchaba aquella frase. Alguna vez , tu también me lo habÃas dicho. No sé muy bien porque me lo decÃa, pero sonaba bien, asà que haciendo un pequeño esfuerzo, movà ligeramente la cola en señal de agradecimiento.
Mi corazón empezó a latir con menos fuerza, los ojos se me cerraban y la boca se me secaba. Sospechaba que la cara mojada de aquella joven hembra que tan amablemente me estaba tratando era lo ultimo que verÃa, asà que con el ultimo aliento que me quedaba, pasé mi lengua por su cara tratando de secarle las lagrimas. Era mi forma de darle las gracias. Ya que no pude despedirme de ti, al menos lo harÃa de ella, aunque hubiera preferido que fueras tú el que me acompañaras en aquel trascendental momento. Cerré los ojos y sentà como una profunda sensación de bienestar invadÃa todo mi cuerpo.
Hace dos dÃas que llegué a este lugar. Ayer, el Consejo de los EspÃritus de las Razas con el Gran EspÃritu del Norte al frente, me felicitó por haber sido un modelo a seguir por todos los otros miembros de mi especie. HabÃa cumplido a la perfección con todos mis deberes y obligaciones durante mi vida con los humanos. Por ello, me concedieron la posibilidad de pedir un ultimo deseo. PodÃa pedir casi cualquier cosa. Una compañera, la mejor de las comidas, una morada en las montañas ó en la playa..... Yo les pedà que me dejaran regresar a tu lado, pero me dijeron que eso ya no era posible. Entonces les pedÃ, que hicieran todo lo posible para que recibieras este mensaje. Con el quiero despedirme. Espero que si lo recibes, reflexiones un poco sobre todo lo que te he contado. Sobre el valor de la amistad, la lealtad y el amor hacia los que dependen de ti.
Espero que la luz vuelva a entrar en tu corazón, te despierte la conciencia y tengas la posibilidad de rectificar tus errores y evitar que otros los cometan también.
Lo que hiciste conmigo no es el mejor ejemplo para educar a tu cachorro. Tal vez un dÃa, cuando tu seas viejecito, también te conviertas en un estorbo para él y entonces un dÃa decida dejarte abandonado en una gasolinera. Sin embargo, sabes que nosotros nunca lo harÃamos.
También quiero que sepas que a pesar de todo no te guardo odio ni rencor. Esos sentimientos no caben en nuestro corazón. Creo que sólo vosotros los humanos podéis sentirlos.
Te echaré mucho de menos. Espero que tu también te acuerdes algo de mÃ.
Hasta siempre querido "amo", amigo y compañero. Te quiero. Siempre estarás en mi corazón.
Tu fiel y leal amigo,
EL PERRO
No hay comentarios:
Publicar un comentario